LA OTRA CARA, Mónica Onori

 Tuve siempre la impresión que tratándose de este Boletín, los comentarios debían estar cargados de elogiosos conceptos, reflejar nuestros sentimientos más puros y demostrar nuestra gratitud en unas cuantas hojas. Hoy a todas estas palabras la supera la realidad.

Cinco mil kilómetros. Cinco mil kilómetros en línea recta y tres años de auto exilio son demasiadas líneas, muchos silencios, algunos olvidos y un desarraigo a veces poco comprendido, para escribir un artículo cuyo fin será un espacio en este compendio de anécdotas, vivencias y póstumos agradecimientos, que es el Boletín de Campamento.

Trataré de escapar al encasillamiento de ideas y más que a eso a la insalubre manía de que todo es perfecto. Porque si así fuera algo anda mal. Somos esencialmente generadores de grandes cambios. Y no he sabido de ninguno que no haya creado polémicas. Por el contrario, ciertos estados pasivos e intrascendentes, suelen ser los factores para la no evolución humana. No así la ruptura de conceptos y la búsqueda de nuevas formas que a su vez sirvan de base a una superior. Esta ha sido la gran revolución del hombre. El rechazo y el reproche al conformismo y a la mediocridad.

Esto ha sido para mi campamento, la superación constante y metódica hacia el único punto posible, la autenticidad. Por consiguiente, campamento empieza a ser en mi algo más que un espacio físico o de tiempo; es la idea generadora de ideas, de formas y cambios. Esto implica alteraciones y contradicciones, que echaran por tierra leyes, teorías e ideales estéticos. Imposible rodear con sublimes palabras lo que en su base es una revolución.

Porque campamento no creció solamente con las grandes acampantes, ni se sostiene con las miles de anécdotas, tampoco con los innumerables momentos de alegrías. Campamento es también lo que es porque soportó crisis, porque hubo replanteos, momentos amargos y polémicas discusiones.

El me dio algo más que cantos y bromas, un mes en Bariloche por año y amigas. Me dio la valentía y los elementos para poder hacerme todas las preguntas e intentar todas las respuestas. Me dió el espíritu de lucha, la tenacidad y superación, el sacrificio y la lealtad que me debo y le debo a la vida para intentar una y otra vez subir la cuesta. Doy fe que no es nada fácil vivir. Tengo todos los motivos para consolarme y decir que lo intenté. Pero jamás en medio de la montaña quise subir en un taxi. Aparte de imposible sería ridículo. Y no se si la vida y campamento me lo perdonarían.

Mónica Onori

Valencia - Venezuela