Significan
también la brecha no siempre franca para conocer el sentir de los provincianos.
Esos hermanos nuestros acurrucados en el olvido, bajo el sol reseco del
interior.
Ya en el
norte, ya en el sur, pareciera que todos se mueven arrastrando un mismo ideal;
vivir, pero para vivir de verdad. Peleando la vida de todos los días con el
trabajo fuerte, forjado a golpes de voluntad y fe.
Muy lejos de
la carrera loca de esta garganta de cemento que se traga aquel esfuerzo. Que va
minando la humanidad que nos queda. Que va corrompiendo la salud de las mentes.
Que va automatizando el rito de vivir.
Es simple.
Desde el cuartito -oasis de ideales- con los ojos abiertos al amor, dejarse
raptar por el misterio de Campamento. Y viajar y vivir.
La patria
ancha franqueará nuestro paso, a cada kilómetro que más y más hermanos provincianos
hayan labrado como ejemplo de ser. De ser de verdad.