Hay dos formas clásicas o fundamentales de “hacer campamento”. Primero un grupo con mochila al hombro y que vive en carpa agotándose allí todo objetivo y segundo, el grupo que utiliza la mochila y la carpa como pretextos para lograr objetivos formativos, educativos, a través de una vida distinta.
El primero es una forma válida de hacer turismo económico que respeto pero no comparto para desarrollarlo en una escuela, afortunadamente AFER está en la otra línea desde su nacimiento, allá por 1960.
Desde aquel momento satisface una gran necesidad en las Raggio que no puede desconocerse, cualquiera que se asome apenas al complejo mundo del adolescente sabe de la creciente inquietud, del torbellino de ideas que soporta, de la tremenda necesidad de “quemar energías”... y sobre todo de la incalculable necesidad de cariño que tiene.
Al mismo tiempo me atrevería a decir que los cambios generacionales producidos en la mujer son mucho más profundos, en los últimos tiempos. que en el hombre y allí puede encontrarse otro factores más que jerarquiza el trabajo de las docentes que han pasado por AFER.
En su primera etapa artesanal las Raggio no habían ofrecido a las alumnas actividades extra-escolares específicamente organizadas para ellas, de la profundidad de un campamento educativo. Con la segunda etapa que comienza en 1956 y la lleva a un nivel de escuela politécnica, aumenta la población estudiantil y en particular el número de alumnas que encontrarán pocos años después en esta Agrupación Femenina un cauce apto para su alegría y su dinámica vital.
En un silencio que a veces provoca que desconozcan su existencia, que no se valore su obra en toda su dimensión, o que se tome como el hobby de alguien que “no tiene otra cosa que hacer...”. AFER fue madurando y creciendo en importancia educativa, para quienes somos testigos de esa evolución sabemos que ese silencio solo puede generar un espíritu de humildad y de gran fe en Campamento...
...Y en silencio han pasado 11 años de nuestra vida!... Las acampantes se van y otra vez a empezar de nuevo, al pie de la montaña que ahora parece más grande que ayer...
...Es la tarea de asistir orientar, escuchar, valorar, motivar todos los días a pequeños grupos; o las reuniones semanales de todas las acampantes hasta crear (si, crear) el grupo, uno solo, donde se respire fraternidad y donde los 25 días de Bariloche o los 10 de Salta sean una experiencia inolvidable.
...Es la responsabilidad de pensar en todas las alumnas, conocerlas más y mejor que nadie, buscar condiciones para crear el “clima” de sana alegría, superar todas las dificultades materiales y además (si porque hay más) superar todas las limitaciones de caracteres de cada una para lograr el gran objetivo de enseñar a vivir el amor.
...Es el gran compromiso de no defraudar a ninguna de las alumnas, que lo esperan todo del Campamento; demostrar que AFER no es una colonia de vacaciones, y cuando eso se logra no importa dormir incómoda, caminar mucho, trabajar y cansarse. Al contrario, es probable que todo eso se haga cantando...
Todo esto y mucho más que resulta inexplicable o intransferible porque es VIDA, alegre, noble, limpia, es lo que hace que un Campamento llegue a ejercer una influencia de notable proyección por la intensidad y hondura con que puede “calar” en un campamento pese al corto tiempo que puede durar su realización.
Con todo esto entre sus manos AFER lleva 12 años... de silencio, silencio que hoy pregunta a grandes y chicos cuántos campamentos educativos femeninos conocemos en las escuelas oficiales de la Capital, por ejemplo. Silencio que responde con hechos concretos a la pregunta de que da Campamento.
Más de una vez me he planteado el verdadero fenómeno que representa la cantidad de docentes que en el Raggio se han dedicado a los campamentos educativos y cuyo cómputo alcanzaría a 30 aproximadamente. Pero más importante es el número de alumnos beneficiados con el trabajo de ellos y más importante aún, es el beneficio recibido por la escuela misma en cuanto a la transmisión de inquietudes, realización de diversas actividades orientadas a la formación del joven, fortalecimiento de un “espíritu de cuerpo” único al margen de las especialidades, identidad entre el alumnado y gran parte de los docentes, festivales, olimpíadas, fiestas, viajes, conferencias, proyecciones, etc.
Los campamentos han sido un cauce natural para tanta ansiedad juvenil y han servido como un medio de expresión muy apto para el alumnado de estos últimos 15 años; AFER cumplió dentro de este contexto, la silenciosa tarea de integrar positiva y realmente a un gran número significativo de alumnas dentro de esta corriente vital.
Quien medite un poco en todo lo que se tiene entre manos en una actividad así, que va formando parte del quehacer diario, de las emociones y preocupaciones de LA VIDA de los responsables...
Quien se sumerge seriamente en las ideas, principios y objetivos que “mueven” al Campamento...
Quien valore la importancia que tiene el posibilitar un medio en el que se actúa con fe en los demás, se hable un lenguaje veraz, auténtico, alegre... limpio, y donde se viva el amor fraternal que tanto buscamos, deseamos, NECESITAMOS...
...A de reconocer la digna y responsable actitud de los jefes que todos los años hacen Campamento, como así también lo difícil que resulta (y cada día más) encontrar otros docentes con posibilidades, aptitudes e interés de iniciar nuevos ciclos coherentes con la obra anterior, que ganaría así en experiencia, madurez y profundidad.
Mientras tanto AFER sigue en la senda de esta montaña que comenzó a subir hace 12 años, y continúa transmitiendo el ejemplo aprendido en la montaña: el río de más profundo cauce es el que menos ruido hace.
Arq. Fidel A. Huerta